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4 de octubre de 2014

Artículo publicado en la web de la Asociación Amigos del Románico.

Crónica del taller del fresco románico. Iglesia de San Julián y santa Basilisa de Bagüés
Miércoles, 01 de octubre de 2014
En el magnífico entorno del pirineo aragonés, en la ciudad de Jaca, el 5 de septiembre comenzó el Taller de Fresco Románico organizado, como en años anteriores, por Amigos del Románico, el Museo Diocesano de Jaca, la Asociación Sancho Ramírez y el Proyecto Fresco.
Este año se realizó en el lugar de donde procedían las pinturas que se iban a “reproducir”, la iglesia de San Julián y Santa Basilisa en Bagüés. La razón de este cambio de lugar, aparte de imbuirnos del espacio en donde se habían realizado los murales, era dejar en este templo el resultado del taller. Una especie de devolver al espacio lo que se había “arrancado” años atrás.
El planteamiento fue, quizás más que en años anteriores, combinar el trabajo de realización de los frescos con una serie de conferencias y charlas que contextualizaran el entorno, el templo, la realización y el significado de los murales del siglo XII. Esta parte teórica se fue desplegando en pequeñas dosis de sabiduría desde lo más general hasta lo más particular y concreto.
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El programa comenzó en el Museo Diocesano de Jaca, en la sala donde se exponen las pinturas pertenecientes a la iglesia de Bagüés. Una sala de espectacular belleza donde hablar de románico tiene una especial… La conferencia inaugural fue llevada de una manera didáctica y sencilla por el profesor Juan José Usabiaga Urcola, en la que se dio una visión general sobre la pintura románica. Realizó una aproximación para su entendimiento con una gran variedad de ejemplos y relaciones que puso en el camino a los oyentes y fundamentalmente a los que iban a realizar el taller para entender la importancia de la pintura románica y la variedad geográfica existente. Las preguntas y comentarios posteriores mostraron la altura de la misma y los corrillos que se formaron a la salida su interés.
Toda la labor realizada en el Taller no hubiera sido posible sin una buena organización y en este Taller la hubo. Se suele contar en las crónicas los eventos importantes sin señalar los previos. Pues el montaje que nos encontramos el sábado 6 en la iglesia de Bagüés tiene nombres y apellidos. Los de todos y todas que en los días anteriores montaron los paneles, trasladaron todo el material hasta el lugar de realización y lo organizaron para que los ‘muralistas’ al llegar lo encontráramos perfectamente colocado. Agradecimientos a todos, que son muchos, por su esfuerzo, su entrega gratuita y su humildad al servicio del Taller y de los que íbamos a participar en el mismo.
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Y a las 8:30 comenzamos el Taller. En este, a diferencia de otros años que se había trabajado de manera individual, la labor fue por brigadas. Cada una de ellas estaba dividida en tareas como color, sinopia, seco, mortero y capataz. Trabajar en equipo para que, imitando a la organización original, lo importante no fuera ‘mi trabajo’ sino la realización de un fresco de grandes dimensiones donde la coordinación entre los miembros de cada brigada y entre brigadas fuera perfecta. Asimismo cada una de las funciones de la brigada se reunía por cuadrillas para realizar la tarea encomendada. Una organización más complicada pero más cercana a la realizada en la confección de los murales románicos.
Después de las explicaciones previas sobre la organización se comenzó el trabajo. Al principio con un poco de revuelo (por la novedad y en algunos casos por no haber entendido bien las indicaciones), pero gracias al equipo docente encargado de cada una de las tareas se fueron resolviendo dudas y armonizando los equipos.
La preparación de la argamasa, de la sinopia y de los colores precedió al enlucido de las tablas que se concluyó de manera presta gracias a la colaboración de todos los que habían terminado su tarea apoyando al grupo encargado de la realización del mortero y guiados por los capataces. Luego se pasó al oreado que duraría unas dos horas.
Durante este tiempo se realizaron dos charlas. La primera a cargo del profesor Javier Martínez de Aguirre sobre la arquitectura de San Julián de Bagüés. En ella nos llevó por los diferentes elementos que conformaban la estructura física del templo desde la colocación de los sillares hasta la función de los arquillos como elemento importante para la caída del agua. Unas palabras que nos hizo ver el edificio con otros ojos y a darle la importancia al continente que albergaba los murales que estábamos reproduciendo.
La segunda charla estuvo impartida por la directora del Museo Diocesano de Jaca,  Belén Luque que puso sobre las paredes del templo los murales que ahora estaban expuesto en el museo. Una visión de conjunto que daba contexto y significado a toda la obra pictórica y que vista de esta manera nos situó en el momento histórico e ideológico de la realización de los murales.
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Después de estas charlas se produjo un hecho no previsto.
 ‘Interrumpióse la labor por la asistencia de los comitentes que vestidos de galas vestiduras visitaron la faena de sus siervos operarios presentados por el bufón de la corte que agradeció el empeño y elogió a los que allí, con devoción y fervor, estábamos laborando tan gran belleza’.
Ataviados con vestidos de época se presentaron vecinos del pueblo para representar una visita de los nobles. Una presencia que produjo en todos emoción y simpatía y que le dio una nota peculiar al Taller.
Con la plasmación en la cal de la sinopia se concluyó la mañana y nos dirigimos al pueblo de Bagüés para tener la comida. La magnífica comida que sirvió, además de para llenar los estómagos, para poder transmitir todas las experiencias y sentimientos que aquella mañana había producido.
A las 4 de la tarde, de manera diligente y espoleados por el Maestro Francisco Valderrama, se procedió a pintar los fondos de los murales. Los integrantes de la cuadrilla de color de las distintas brigadas recogieron y repartieron los diferentes colores que iban a servir de base para conformar lo fundamental de las pinturas. Las brigadas se repartieron espacios y coordinándose con las brigadas con las que compartían mural (pues algunos murales estaban divididos en dos) se armonizó color para que no hubiera ruptura cromática. Este trabajo llevó toda la tarde, en la que se integró la charla de Juan Antonio Olañeta acerca de los motivos iconográficos de La presentación en el templo y el bautismo de Cristo, charla que sirvió para contextualizar uno de los murales que se estaba plasmando por una de las brigadas. Se basó en una comparativa con otros murales y otras representaciones iconográficas haciendo hincapié en parecidos y diferencias que a lo largo de la historia marcarían dicha representación.
La charla de Francisco Valderrama acerca del Maestro fresquista tuvo que ser pospuesta debido a una afonía del ponente y se continuó trabajando dejando acabados los fondos de los murales. Terminó el taller en esta jornada de trabajo duro, de aprendizaje serio y de relación armoniosa entre brigadas y cuadrillas.
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El domingo 7, con puntualidad propia de los Amigos del Románico, comenzó la tercera jornada con la charla no realizada el día anterior acerca del Maestro fresquista. Este mismo profesor hizo una síntesis de la parte teórica del taller resaltando la importancia de la cal como elemento fundamental, de los elementos de mezcla (áridos), de las técnicas de pintura, del buen hacer del maestro y principalmente de la defensa de la utilización de la pintura al fresco como el sistema de más complejidad y más sublime de todos.
A continuación y para concluir con las charlas en este taller, Belén Luque y Juan Antonio Olañeta, hablaron de los motivos iconográficos de las bodas de Canaá y la resurrección de Lázaro, insertándolas en el templo y haciendo un recorrido histórico que desde las representaciones romanas hasta el periodo de la realización de los murales de Bagüés mostraron diferencias y similitudes, así como elementos de influencia en las pinturas de este templo.
El trabajo práctico continuó con los silueteados y con la variedad de detalles que estos murales poseen. Esta labor se realizó con la técnica del temple utilizando caseína como emulgente. Continuando con la coordinación de la jornada anterior las distintas brigadas trabajaron intentando la perfección, notándose el cariño por lo que se estaba realizando y por el arte románico. Todo lo que no se sabía se preguntaba, toda duda era resuelta y todos consideraban que aquello era suyo pero que lo importante era el trabajo en equipo.
A mitad de esta jornada fuimos sorprendidos gratamente por una agrupación folclórica que a ritmo de jotas y otras canciones dieron un momento muy entrañable, en el que el entorno cultural se hizo presente, apaciguando la dinámica de trabajo que teníamos.
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Después de este descanso y de tomar el almuerzo se continuó la labor terminando con la recogida de material y con la entrega de una reproducción de la iglesia de Bagüés, en aguatinta, a los oyentes y de esta reproducción y de diplomas a los participantes en el Taller. Fotos de grupo, fotos ante nuestras obras, comentarios sobre el trabajo realizado y mucho afecto, fue el final de este Taller.
Aunque todo esto pudo continuar porque el verdadero final se produjo en la comida, preparada en el pueblo y ambientada con la continuación de las jotas y canciones que el grupo folclórico nos había introducido horas antes. Bajo una carpa, unas cien personas estábamos sentadas para tener una gran comida, una agradable charla y unas interpretaciones musicales que este que escribe no olvidará jamás. Hasta hubo una rifa de artesanía, libros y revistas que le dio un punto popular de lo más agradecido.
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El Taller terminó. En Bagüés. Pero no en nuestras mentes y en nuestros sentimientos. Ganas de volver, de agradecer, de sentir de nuevo el cariño de los Amigos del Románico que allí nos reunimos. De aprender sabiduría nueva de los miembros del Proyecto Fresco, de los ponentes y de todos los que con su labor hacen que estos encuentros sean tan provechosos para la mente y el espíritu.


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